¿Quiénes son los nerds ahora?
Estocolmo está siendo escenario de uno de los juicios más importantes para la historia reciente de la industria del entretenimiento. Un conglomerado de peces gordos del sector (Sony BMG, Universal, etc) ha llevado a juicio al sitio de intercambio de archivos P2P más importante del mundo: The Pirate Bay.
A la Bahía Pirata acceden unos 22 millones de usuarios al mes en busca de películas, música, juegos o cualquier tipo de archivo para descargarse gratis, y hace tiempo que la industria se la tiene jurada. En 2006 la policía sueca llevó a cabo una redada contra la web, confiscó sus servidores y encarceló a los responsables durante una tarde (rumores aseguran que la redada se produjo por presiones de la Motion Picture Association of America). Dos días después el sitio volvía a funcionar, esta vez con el doble de usuarios.
Tres locos de la informática se hicieron cargo en 2004 de The Pirate Bay, que desde un año antes formaba parte de La Oficina Pirata, una especie de think tank sueco que alberga entre sus filas a gente contraria a la propiedad intelectual, tal como se entiende actualmente. The Pirate Bay creció con rapidez para convertirse en el lugar predilecto de millones de personas ávidas de descargas gratuitas.
Ahora estos tres nerds son el principal enemigo de una industria del entretenimiento llena de dinero y con los mejores abogados del mundo. Pero todo el dinero del planeta no les está sirviendo de nada. La acusación lleva la casi semana del juicio haciendo el ridículo, y demostrando hasta qué punto la industria no está siendo capaz de entender las nuevas olas digitales. ¿Quiénes son ahora los nerds?
En el segundo día de juicio los abogados de los demandantes tuvieron que retirar la mitad de los cargos, ya que no habían entendido bien cómo funcionaban los protocolos de intercambio de archivos. Ayer John Kennedy, jefe ejecutivo de la Federación Internacional de Industrias fonográficas, testificó que la gente hubiera comprado cada archivo musical que obtuvo gratis a través de descargas. Y los nerds de la sala rieron.
Los nerds se ríen porque saben que el enemigo es fuerte, pero que es tremendamente ignorante y estúpido. La industria intenta, literalmente, poner verjas al campo. Creen que ganarán esta batalla, como han ganado tantas otras, a base de prohibiciones, propaganda (como esos anuncios infames donde se criminalizan las descargas) o presionando a los proveedores de banda ancha.
Los tipos como John Kennedy, que causan risa entre los nerds, llevan tiempo pensando que ellos son los dueños del cotarro. Probablemente John Kennedy de pequeño era el que siempre le hacía caso a la profesora, al que muchos pegaban y que acabó estudiando empresariales siguiendo el ejemplo de su padre. Probablemente piensa que el dinero es lo más importante que hay en esta vida, y que la mejor manera de hacerlo es pasando por encima de los demás. No entiende cómo un grupo de informáticos que casi no obtiene nada a cambio (ninguno de los responsables de The Pirate bay son millonarios) supone tal amenaza para una industria llena de tiburones como él, que han llegado a dominarlo todo por ser “los más aptos”. Kennedy no entiende, probablemente, que las cosas están cambiando, y que las nuevas tecnologías ponen en bandeja algo que a él le suena a chino: compartir. O puede que sí esté empezando a entenderlo, y por eso le jode tanto.
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