El que se va
Me parece que no. Me parece que el que se va es el que está jodido. Porque el que se queda se queda y le dice al que se va: si, ok, pero vos te fuiste. Y el que se va dice: si, pero... Pero nada. El que se va se fue, y dejó al que se queda esperando... Y cuando el que se va quiere volver el que se queda le dice: si, ok, pero vos te fuiste, así que ahora no vuelvas.
Porque el que se queda sabe. Sabe que fue abandonado, sabe que el corazón se le desgarró, pero también sabe que solito salió de ahí. Sabe que hace tiempo que no cuenta con el que se fue, y de a poco resurge, y de a poco se siente con fuerzas, y de a poco se olvida, y de a poco sabe la verdad.
Pero el que se va se fue, y se fue capaz que seguro de irse, pero de vez en cuando también miraba para atrás. Porque de vez en cuando no sabía si irse estaba bien o mal realmente, pero se fue igual. Y después de irse pensó: uy, pero si... y pensaba que la decisión era suya pero cuando se dio cuenta de que la decisión no era suya ya era tarde... como si hubiese ido todo el partido ganando, y cuando el árbitro pita el final, se da cuenta de que en realidad perdió.
El que se queda es el que la tiene, el que la sabe, el que en realidad toma la decisión. La decisión de darse cuenta de que el que se fue no lo merece, de que lo que viene es mejor, de que el que se fue no se fue porque no sentía, sino porque no sabía.
No sabía que pronto se le iba a acabar el camino, que de repente se acabó el asfalto y empezó la tierra y después de la tierra vino un sendero y después del sendero no quedó nada. Y mira para atrás pero ya está muy lejos, y se hace de noche, y se pregunta por qué carajo se fue...
El que se queda no se pregunta nada, y está tranquilo, y está seguro, y sabe la verdad... sabe muy bien, que en realidad, el que ganó fue él.